domingo, 9 de diciembre de 2012
CRISIS DE EGGO
LA MUERTE DEL AUTOR NO ES LA DEL EGO
martes, 7 de agosto de 2012
NUEVAS TENDENCIAS, VICIOS VIEJOS
Hola a todos.
Imagino que al leer el título ya sabrán acerca de qué vamos a hablar y por lo tanto podré ahorrarme largas introducciones acerca de la muestra “Nuevas Tendencias II” y más específicamente acerca del vergonzoso pedido de donación de la obra como condición previa para participar de la exhibición organizada por el MAMBA con el fin de incrementar su colección. Algunos artistas –según creo muy pocos- se negaron –entre los 100 “invitados”- y por lo tanto fueron excluidos. Luego los artistas se agruparon bajo la denominación de “Artistas Organizados” y cuestionaron la convocatoria, pero expusieron sus obras en la muestra –la donación quedó en suspenso- algo así como un “sí” pero “no”, pero “si”, o como un “Te digo que sí, después cuelgo y te digo que no”.
A mi entender, la opción ética era decir NO y luego fundamentar colectivamente. Eso, creo yo, hubiera sido mucho más contundente. De todas formas el documento de “Artistas Organizados” – www.artistasorganizados.wordpress.com- ya fue firmado por alrededor de 650 artistas.
Varias notas sobre este tema salieron en diversos suplementos culturales, no las leí todas pero hay dos que me interesa destacar; la primera es la columna de Eduardo Villar titulada ¿Resurgirá de las cenizas? en el Suple Ñ del 7 de julio (2012) que vale la pena leer por la historia del museo de papel que el artista Alfred Jaar construyó en la ciudad sueca de Skoghall –donde hasta ese momento no había un museo -para quemarlo al día siguiente, lo cual provocó tal vacío que siete años después la ciudad volvió a convocar a Jaar para construir un museo permanente. Al finalizar su columna Villar dice:
“Ojalá que la reacción de los artistas argentinos que retiraron sus donaciones al MAMBA sirva para que el museo se proponga existir como tal, lo que supone como requisito imprescindible hacerse de los fondos necesarios para adquirir obra y funcionar como corresponde”.
“¿Cómo? Como supo hacerlo; rodeándose de expertos, consiguiendo fondos, definiendo objetivos viables. Eso es lo que debería hacer la dirección de todo museo público, si un museo público es algo distinto de un castillo de Transilvania en el que un conde Drácula baja y sube escaleras a gusto, en soledad y con completa indiferencia por lo que piense, haga o sienta el mundo exterior. Pero sería ofender a la figura de Drácula decir que hubiera podido ocurrírsele un proyecto tan descerebrado como el de hacer crecer exponencialmente la colección del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires sobre la base de donaciones de una lista randomizada (e intrínsecamente asamblearia) de un centenar de artistas jóvenes. Cargar los exangües depósitos del museo de sangre joven y simultáneamente sostener políticas vetustas parece ser la clave de una dirección ya histórica que no se define por sus objetivos o sus medios, sino por una desidia crónica parecida a la inmortalidad”
Claudio Iglesias toca un punto neurálgico del problema porque justamente de lo que no se habla y me parece fundamental si estamos discutiendo políticas institucionales –es decir, políticas culturales- es por qué el MAMBA tiene desde hace décadas la misma dirección cuando todas las demás instituciones han cambiado –para bien o para mal- sus autoridades. La señora, instalada allí en su castillo desde tiempos inmemoriales ¿Por qué permanece? ¿Quién la sostiene? Parece bastante claro que no es una cuestión política –si es que hay alguna que no lo sea- porque han pasado diversas administraciones y ella ha sobrevivido a todas; se hace evidente también que no se trata de eficiencia, éxito en la gestión, o capacidad para innovar –el más claro ejemplo es el tema que nos ocupa- y de todas formas la eficiencia no es garantía de permanencia cuando cambia el poder político. Entonces ¿qué tendrá el petiso, perdón…la señora?
¿Será verdadero el rumor de que un poderoso señor de famosa industria automotriz italiana la sostiene allí contra viento y marea? Ya que nos queda claro que no es la política ni la eficiencia en la gestión lo que la resguarda, ¿Será el poder financiero?
¿Tiene alguien la clave de este misterio? ¿Por qué alguien que hace la plancha desde hace muchos años, cobrando un sueldo que no debe ser nada despreciable se perpetúa a pesar de su clara inacción y sus desacertadas políticas institucionales?
Artistas Organizados critica la política institucional, pero nada dice en su documento acerca de la persona que encarna y decide esas políticas, la acepta a medias al participar en la muestra pero no donar. En mi opinión, una acción verdaderamente crítica y efectiva hubiera sido negarse a participar de cualquier forma, negarse a donar y negarse a exponer y luego sacar un documento crítico exigiendo la renovación de las políticas institucionales y la renuncia del conde Drácula. Me parece que un “no” a medias no es lo mismo que una negativa rotunda a formar parte de una farsa que tiende a encubrir el poco interés que se le asigna a la cultura en el presupuesto del Gobierno de la Ciudad y/o la ineficiencia de la señora Directora para conseguir fondos por otros medios. Al aceptar hacer la muestra pero no la donación, los artistas entran en diálogo con una persona que es la encarnación misma de la parálisis y la inacción que afectan desde hace mucho a la institución que dirige.
Si se quiere que algo cambie verdaderamente, a veces debemos estar dispuestos a tomar decisiones radicales; Una negativa completa hubiera generado un movimiento mucho mayor y el nivel de exposición negativa que hubiera recibido la señora la habría dejado más chamuscada que Drácula bajo el sol del mediodía un día de verano.
De todas formas, ante estas reflexiones trasnochadas un amigo me contestó que la señora ya es como un pollo al spiedo; está quemada hasta el culo pero sigue dando vueltas. La pregunta es ¿Cuánto tiempo más resistirá atrincherada en su torre de marfil?
¿Qué poder tendrán los seiscientos cincuenta y cinco artistas que ya firmaron el documento? ¿Y si fueran mil o mil quinientos los que solicitaran la renuncia y la renovación de las políticas?
Quién sabe. Tal vez valga la pena intentarlo.
El Pato
domingo, 20 de mayo de 2012
SOBRE LA NATURALEZA DE LA INDIGNACIÓN QUE PROVOCA EL ARTE CONTEMPORÁNEO.
MATANDO MUSEOS
martes, 24 de abril de 2012
SOBRE GALERISTAS, ARTISTAS, GATOS SILVESTRES Y OTRAS YERBAS.
martes, 10 de abril de 2012
BREVE –O NO TANTO- RESPUESTA AL GATO SILVESTRE
Con gran alegría encontré hoy en mi blog –que aprovecho para promocionar: www.lucaspato.blogspot.com-, específicamente en mi última entrada “Todo parecido con la realidad es pura casualidad”, un comentario del Gato Silvestre, viejo amigo de la infancia, pero a quién no veo hace tiempo. El Gato parece saber muchas cosas sobre mí; pregunta, en defensa de la curadora de las tres “O” si yo me arriesgaría, si yo alguna vez arriesgo. Y le contesto que si yo estuviera en el lugar de poder de esa gente, que ya tiene la vaca atada hace rato, sí, arriesgaría, y de hecho queda claro que el gato no sabe de mí tanto como cree porque sabría entonces que, estando en lugares de gestión bastante menos importantes, -en los cuáles ya no estoy- y justamente por jugarme, sufrí censura –motivo principal –entre otros- por el cual ya no estoy-. Lo único que tenía que hacer la curadora ficcional de mi relato era respetar las reglas del juego escritas por ella misma para que su propuesta no se convirtiera en una farsa más de las que abundan en el mundillo del arte argentino. Todos los proyectos deberían haber pasado ante los ojos de los jurados, si no, ese jurado se convierte en un espectáculo de títeres a los cuales se les presentan veinte carpetas y se los guía prolijamente a votar casualmente el proyecto en el cual está la mujer de uno de ellos. Luego dice que nadie cuestiona nunca a los artistas, la ética de los artistas…con lo cual queda claro que no leyó mi texto del 12 de diciembre “Milo Pocket, algunas reflexiones sobre el premio Klemm…etc,” ni el del 15 de enero “Respuesta a Ana Battistozzi” donde queda claro que la ética de los artistas deja mucho que desear. Por último sugiere que la discusión habría que crearla en los ámbitos donde impera lo público porque la lógica endogámica del ámbito privado no cambiará, y menciona al IUNA visuales, Ecunhi y FNA…yo creo que la discusión debe darse también en esos ámbitos, sin excluir la discusión sobre lo privado. Y le propongo además al Gato, que si tiene algo que aportar a ese debate sobre lo público, o alguna denuncia puntual, la haga explícita para poder iniciar la discusión.
Por último, no debe ignorar el Gato Silvestre que tan bien me conoce, que con cada texto que escribo, cavo un poquito más mi fosa a futuro, porque cuando la máscara ya no funcione, tendré muchos enemigos de esos que cortan la torta…
Le mando un abrazo y un saludo para Tweety.
El Pato.
lunes, 9 de abril de 2012
TODO PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA CASUALIDAD
Desde hace algún tiempo pienso en la posibilidad de escribir un cuento breve en el cual el pequeño mundo de las artes visuales en argentina refleje la lógica de funcionamiento de muchas otras cosas en nuestra sociedad. Pura ficción, por supuesto. Se me ocurrió que podría ser la historia de un prestigioso premio de arte contemporáneo, financiado por alguna empresa importante, que podría ser una petrolera…sí, podría ser una petrolera, sería un premio “empetrolado”…buena metáfora. Pensé también que ese premio debería tener una importante organizadora, una curadora prestigiosa que designaría un jurado multitudinario, nombres conocidos de diversas áreas de la cultura a fin de lograr una mirada más abarcante, más rica, menos comprometida con los mismos nombres de siempre. No sé por qué, -hay cosas que no pueden justificarse conceptualmente- imagino que esa curadora debería tener un apellido con varias vocales, pero todas deberían ser “O”, por lo menos tres… me gusta la sonoridad de esa vocal. El premio sería exhibido en una importante –o más o menos- feria de arte contemporáneo, bueno, una feria de arte a secas, porque sería una feria donde el ochenta y cinco por ciento de la obra en venta sería pintura, y eso no puede ser considerado una feria de arte contemporáneo ¿No? Bueno, como sea, la convocatoria al premio tendría mucho éxito, los artistas comentarían lo importante que es tener un jurado diferente de los habituales, la mayor cantidad de probabilidades de ser seleccionados; al fin se acabarían las roscas y los apadrinados, al fin alguien con ganas de hacer las cosas bien. Los artistas se pondrían a trabajar duro en sus proyectos, con toda la ilusión, como siempre. Por fin un poco de aire fresco! Algo nuevo! La curadora decide que sólo se seleccionarán tres proyectos, pero los artistas no desfallecen, siguen trabajando obstinadamente en sus ideas, confiados en que las mismos pasaran ante los ojos de…al menos…digamos… doce personas. Por fin llega el día límite. Se reciben como mínimo ciento cincuenta proyectos. Por alguna razón inexplicable –o tristemente explicable- esos ciento cincuenta proyectos jamás pasan ante los ojos de los doce jurados, sólo llegan hasta ellos unas pocas decenas, dos decenas para ser más exactos –me gustan los números redondos-. Alguien, seguramente la curadora, ha decidido que tanta democracia es inaceptable, que la mirada de los jurados debe acotarse, ajustarse. Así, el esfuerzo y la ilusión de cientos de artistas quedan descartados de un plumazo…nadie verá sus proyectos. Sobre estas pocas carpetas, elegidas cuidadosamente por la curadora de las tres “O” se seleccionan tres –número repetido-, entre las cuales, inexplicablemente se encuentra un proyecto en el cual figura la mujer de uno de los jurados; el jurado en cuestión se excusa y se retira en el momento en que dicho proyecto se vota…y el proyecto es seleccionado como uno de los ganadores…y así, una vez más, todo queda en familia. El nombre de ese jurado figuraría entonces en la nómina de la primera convocatoria del premio, pero al buscarlo posteriormente, habría desaparecido de dicha nómina, como si nunca hubiera estado allí…
Estuve muy entusiasmado con escribir este relato, pero luego lo pensé mejor y decidí no hacerlo, me pareció muy didáctico y finalmente, las historias con moraleja nunca le han servido a nadie, además, no tiene nada de innovador; es la misma aburrida historia de siempre, y se parece demasiado a la realidad.
Hasta la próxima.
El Pato.
DE FUTUROS INNEGABLES Y PASADOS IMPREDECIBLES, CIUDADES DEL SIGLO XXI Y UN IMPERDIBLE CUESTIONARIO A MILO POCKET
Una nota de Guido Ignatti publicada en el último número de la revista Sauna: http://www.revistasauna.com.ar/02_17/04.html, titulada “Sala de operaciones, fracturas expuestas” generó en mi afiebrada cabecita algunas reflexiones, en especial la última parte del texto, y muy particularmente su última frase.
Reproduzco el fragmento:
“El futuro es innegable”, una frase contundente para finalizar el texto, una frase que dispara la reflexión. Recordé a partir de ella, otra que al parecer es de uso popular en Rusia –dato anecdótico- y que dice: “El pasado es impredecible”. Creo que para todos aquellos que tengan alguna experiencia psicoanalítica la frase resonará con ecos muy potentes; bien sabemos cómo el pasado, que creíamos tener bajo control, se nos presenta de golpe como una caja de Pandora. Ya se estarán preguntando qué tendrá que ver la frase de Ignatti con esta otra que traigo de las lejanas estepas y cómo podría aplicarse al tema que siempre nos ocupa –el del arte contemporáneo-, y ya voy a eso, no sean impacientes. Bien dice Ignatti que entre el primer ready- made de Marcel Duchamp de 1913 –el pionero- y el modelo de artista que hoy se pondera, distan cien años, pero es importante tener en cuenta que nada sucedió linealmente para que fuera así. Duchamp no es Duchamp –el artista más influyente del siglo XX y lo que va del XXI- hasta mucho después de 1913. El paradigma modernista rigió el siglo XX hasta pasada su primera mitad, hasta la irrupción del POP y del NEO DADAÍSMO. En ese paradigma el artista es un “genio creador”, un demiurgo que moldea la materia en busca de la “forma significante”, un incansable experimentador formal cuyo norte es siempre “la originalidad” y “la novedad”. Hasta bien entrados los años cincuenta, el artista paradigmático del siglo XX era, por absoluta lógica, Pablo Picasso y nadie podía disputarle el trono. Con el Pop y el Neo Dadá cambia el escenario, el paradigma modernista comienza a caer a pedazos, Clement Greenberg no acepta estos movimientos que no entran en la lógica progresiva de sus teorías, pero “el futuro es innegable”, y es el futuro el que ya no acepta la teoría de Greenberg, pero el futuro es Duchamp, el pasado impredecible que entra por la ventana: Duchamp es el modelo de las tendencias del arte a partir de allí. Hoy, cincuenta años después, la sombra de Duchamp eclipsa la figura de Picasso a quien todos creían el artista paradigmático del siglo. El ready- made, curiosidad del pasado, irrumpe en escena a mediados del siglo XX y todo cambia radicalmente. El futuro innegable y el pasado impredecible están entrelazados en formas complejas y no lineales, casi como una cinta de Moebius.
¿Quién sabe cuántas cosas del pasado impredecible están a punto de irrumpir mientras miramos hacia el innegable futuro?
Otro tema, ligeramente conectado. Estoy leyendo un libro de Gérard Wajcman –muy recomendable-, su título es “El ojo absoluto”, y trata el bien contemporáneo tema de nuestra sociedad de la transparencia, el control total y la plena visibilidad. Un dato interesante, entre muchos otros es que al parecer Londres es la ciudad con más cámaras de vigilancia por habitante del planeta, y más curioso aún es que esa ciudad ha sido designada como “la ciudad del siglo XXI”. No está claro si esto es porque ese modelo de hipervigilancia es lo más deseable para el futuro, pero más allá de esto, me pregunto cómo es posible designar a cualquier ciudad como la ciudad del siglo XXI cuando recién han transcurrido once años de dicho siglo.
Pienso en esas ciudades de los Emiratos Árabes que parecen salidas de alguna historia de ciencia ficción o en esas megalópolis de Oriente y me pregunto cómo es posible que Occidente no perciba aún su inevitable decadencia, cómo ese Occidente en crisis no puede dejar de considerarse el ombligo del mundo. Mucho tiempo falta para que podamos decir cuál fue la ciudad del siglo XXI. Será seguramente el impredecible pasado el que defina esa cuestión, eso que sólo podremos ver mañana, aunque ya esté hoy delante de nuestros ojos.
Y para terminar se viene la parte más amena de esta columna; hace tiempo que no leo el suple ADN –que nunca tuvo demasiado para leer- pero el sábado pasado una amiga me lo acercó y pude comprobar que sigue empeorando –el suplemento, no mi amiga-, cosa que no creía posible. Ya de entrada, en la primera página se despacha con un imperdible “Cuestionario ADN” a “Milo Pocket”. Voy a transcribirlo con algunos comentarios al pie:
1- ¿De qué se enorgullece?
De trabajar en el mundo del arte y de que el arte sirva para ayudar a la gente.
Esta respuesta me gusta porque Milo dice enorgullecerse de trabajar en el mundo del arte, y no dice “de ser artista”, tal vez sea un principio de autocrítica.
2- ¿De qué se arrepiente?
Me arrepiento de tantas cosas que no las puedo enumerar.
Esta es buenísima; es la típica respuesta de quién no se arrepiente de nada, pero quiere pasar por humilde.
3- ¿Qué le diría hoy a su primer amor?
¡Qué tonto que fui!
Ésta me arrancó una lágrima. Y a la ex también, se está perdiendo una
fortuna.
4- ¿En qué lugar fue más feliz?
En el Chaco, siempre.
Pero!! Haberlo sabido antes te comprábamos un pasaje para que te quedes
allá.
5- ¿Con qué personaje vivo o muerto, le gustaría almorzar a solas?
Con Mahatma Gandhi.
Bueno, esta es complicada, almorzar con un muerto no es muy
recomendable, por el olor digo, a menos que esté embalsamado. Almorzar
con Ramsés II no estaría mal, aunque ya no está muy conversador.
En cuanto a Gandhi paso, no me gusta almorzar con racistas y ya es
sabido que al Mahatma no le gustaba la gente de raza negra.
6- ¿Qué hace con unos pesos que le sobran?
Me compro alguna obra de arte.
Este muchacho está confundido, con “unos pesos” sólo se puede comprar
algo como lo que hace él.
7- ¿Con qué sueña más amenudo?
Con concretar algunos proyectos que tienen que ver con la realidad social de
mi provincia.
Ya te dijimos, te compramos el pasaje.
8- ¿Cuáles son los tres libros que más ama?
El Principito, Disculpen mi optimismo, de Juan Carr, y El amor en los tiempos del Cólera.
Buenísimo “El Principito” como libro de cabecera, se ve que lee pesado, le
le falta Harry Potter y es cartón lleno, sin olvidar los aforismos de
Narosky.
9- ¿Qué música y qué músicos prefiere?
Andrés Calamaro, Javier Calamaro, Gustavo Santaolalla y Pedro Aznar. En
general me gusta el rock.
Esta me desconcertó, después del Principito pensé que se venía un Arjona.
10- ¿Cuál es el personaje de ficción que más le gusta?
En El Padrino, el de Marlon Brando.
Bastante previsible, aunque para entrar en un buen diálogo con sus
pinturas, sería mejor Piñón Fijo.
Por último yo tengo dos preguntas:
Hasta la próxima.
El Pato.
domingo, 15 de enero de 2012
RESPUESTA A ANA BATTISTOZZI
Me dirijo a vos, así, directamente, porque sé que puedo hacerlo. Luego de leer atentamente tu columna “Inquisidores de la originalidad” en la revista Ñ del día de hoy, sábado 17 de diciembre en la cual contestás a mi último envío relacionado con las notables coincidencias entre las obras de artistas seleccionados y premiados en el Premio Klemm con obras de artistas extranjeros, -uno de ellos mundialmente conocido, como Maurizio Cattelán- me han llamado la atención un par de cosas; las contestaré en el orden en que se presentan en tu columna.
En primer lugar está el tema, un tanto gastado ya, de la supuesta ilegitimidad de mis textos basada en la utilización del seudónimo; vos decís “Éste último dato sería irrelevante si no fuera porque, en la “sociedad de la interpretación” que está tan en debate, saber quién y desde qué lugar habla resulta esencial para ponderar cualquier opinión”. Bien, en primer lugar creo que mi identidad es, a éstas alturas, casi un secreto a voces; si he prolongado la utilización del seudónimo es, como ya dije en otras oportunidades, sólo una estrategia para mantener el interés; sabemos bien que el secreto –llamarlo misterio sería excesivo y pretencioso de mi parte- despierta siempre más curiosidad que lo conocido. Por otro lado, considero a éste personaje como parte de mi obra como artista ya que en muchas oportunidades expresa cabalmente mi opinión, pero en otras, podría decirse que funciona en forma casi autónoma y dice lo que él quiere…pasa generalmente cuando no tomo la medicación. Por otra parte, firmar con mi “verdadero” nombre... ¿cambiaría en algo el contenido de lo que digo? Quién habla, preguntás; habla un artista –si es que alguien puede hacer tal afirmación hoy día-, que en los últimos años ha sido también un curador y gestor cultural, y que considera que todas esas actividades –incluyendo la de escribir esta columna- lo constituyen y lo completan, como artista y como persona, porque estoy seguro de que un artista hoy debe ser crítico; nada me parece peor que la falta de debate, y creo que podríamos estar de acuerdo en que, en nuestro pequeño medio nadie discute nada; en privado se expresan las opiniones más duras, pero luego todos somos amigos. De todas formas, si tan importante es la cuestión de mi “identidad” – nuevamente, si es que existe tal cosa- voy a hacer una promesa aquí y ahora: prometo solemnemente revelar mi identidad en ésta misma fecha, el año próximo –si es que para ésa altura queda alguien que aún no sepa quién soy- y si así no lo hiciere, que Dios, La Patria , Los Santos Evangelios y mis dos ex mujeres me lo demanden.
Pasando a lo siguiente, quiero aclararte que mi envío no era una respuesta a tu nota sobre el Premio klemm, si es que eso pudo molestarte, y con respecto a lo de Cabutti –a quien no conozco personalmente- sigo sosteniendo mi opinión. Vos decís “Lucas Pato desmerece socarronamente la obra de Cabutti por falta de originalidad (habla directamente de plagio) y también a los jurados por no haberlo advertido. Luego nos manda a los destinatarios de su correo a chequear en el artista estadounidense Josiah Mc Elheni lo que él y sus “curiosos e indignados” amigos sí advirtieron: el uso de recipientes de cristal en vitrinas espejadas que multiplican las formas al infinito. Hasta aquí los puntos en común entre los artistas mencionados, que es como decir que todos los que aplicaron chorreados en pintura plagiaron a Jackson Pollock”. Yo digo, no Ana, no es lo mismo, y voy a explicar por qué la estrategia de Cabutti es muy otra. Sabemos bien que en alguna época muchos artistas chorreaban –no choreaban- a lo Pollock, pero el viejo Jackson era ya un artista famoso y enormemente influyente, con lo cual cuando veías –o ves, ya que todavía muchos pintores lo hacen- un chorreado en la obra de alguien, sabías –y sabes- que había dos opciones: o ese artista “citaba” a Pollock, ya que la chorreadura pasó a ser algo así como una marca registrada- o bien, el pintor o pintora en cuestión estaba tan fascinado con Pollock que no podía hacer otra cosa. Cabutti no “cita” a Damién Hirst” lo cual sería evidente, sino que elige a un artista muy poco conocido, o simplemente desconocido en Argentina y por supuesto, “no cita la fuente” y lógicamente eso pasa inadvertido para el jurado –del cual luego hablaremos-, y por lo tanto eso no es una cita, es plagio porque la fuente está oculta, el subtexto, por llamarlo de alguna manera, está ausente.
Luego decís con respecto a Mc. Elheni “Que las piezas de cristal sean muchas, de color y estén enteras no es una cuestión menor. Así como en Cabutti, que sean sólo fragmentos transparentes, negro y humo y le sirvan como formas para construir gélidos paisajes en encierro”. A ver, a ver, si yo pongo un mingitorio rojo en una instalación, obviamente ese objeto va a decir otras cosas que las que decía el mingitorio blanco de Duchamp, ¿No? Pero todo el mundo va a saber que por algún motivo, estoy citando a Duchamp, aunque el contexto y el color disparen el sentido en otras direcciones. Insisto, el problema con Cabutti es que se “apropia” de un dispositivo de otro artista y le cambia los colores para que diga “otra cosa”; fantástico, pero me hubiera gustado que el subtítulo de la obra fuera “variaciones sobre la obra de Josiah Mc.Elheny”.
Y para terminar decís: “A los “curiosos e indignados” amigos de Lucas Pato, que se dedican a surfear la red para erigirse en inquisidores de la originalidad, sugiero remitirse a las obras de la artista de 2006 que dan cuenta de la coherencia que mantienen con este planteo. Sólo se trata de cultivar una mirada más allá de la superficie y prejuicios mezquinos”. Bueno, un final duro; “inquisidores” es una designación un poco fuerte, sobre todo porque ni yo, ni mis “curiosos e indignados” “amigos”, censuramos ni quemamos libros, cuadros o gente; censura, lo que se dice censura, es lo que ocurrió recientemente en una prestigiosa Institución dedicada al apoyo y la difusión de las artes con una obra de Marcelo de la Fuente –a quien tampoco conozco personalmente-. No tenemos el poder, ni mis “amigos”, ni yo, para hacer ese tipo de cosas. No se me ocurrió pensar que no acordar, o discutir las decisiones del jurado de un premio prestigioso nos convertiría en “inquisidores”, pero bueno, en la “sociedad de la interpretación” todo es posible. Prometo retirar el pedido de quemar a la artista en la plaza pública. Con respecto a la coherencia de la obra del 2006, sólo la encontré –hasta cierto punto- en la serie “Envíos”, que para ser justos me parece muy buena, pero eso no cambia el hecho de que Cabutti se haya apropiado del dispositivo de otro artista esperando que pasara inadvertido.
También me llama la atención que hagas una defensa encendida de Cabutti en la cual tal vez –sólo tal vez- el componente de la amistad no sea menor, y no digas ni una palabra de la obra de Juan Der Hairabedian, que si fuera un Pollock, sería una maravilla porque habría copiado hasta la última gota de la chorreadura; el Cattelán que eligió es un poco más fácil.
Está bien defender a los amigos, pero cuando se equivocan, no está mal decirlo y eso no nos constituye en inquisidores.
Por todo lo expuesto, no creo que mi mirada sea superficial o se encuentre anclada en prejuicios mezquinos; quiero aclarar que ni siquiera me presenté al Premio Klemm, lo cual podría ser motivo de frustración y resentimiento, no es el caso.
Con respecto a los jurados, creo que es lógico que lo de Cabutti pase inadvertido, no así lo de Cattelán, - perdón, Der Hairabedian-; eso sí me parece inadmisible en jurados tan actualizados; pero lo único verdaderamente importante me parece la propuesta de que los jurados fundamenten sus decisiones de la misma manera que –en muchos casos- se nos pide a los artistas que fundamentemos nuestro trabajo; por el bien de la difusión del arte contemporáneo, tan vapuleado y poco comprendido, y también para disipar, aunque más no sea un poco, la sospecha de amiguismo y acomodos que pesa, a veces, sobre los premios.
Por último, parece desprenderse de tu columna que mis “amigos” y yo constituimos un bloque homogéneo, una especie de club de inquisidores prejuiciosos y un tanto resentidos, cuando la realidad dista mucho de eso; muchos de los que leen mis envíos o mi blog, o mi página en Facebook, sólo acuerdan en parte con lo que digo y, a veces
–como suele suceder en todos los ámbitos de la vida- sus interpretaciones sobre mis textos tienen muy poco que ver con lo que realmente yo quiero decir; de hecho, algunos creyeron que mi texto sobre los calamares podridos premiados en el Petrobras era una gran ironía, cuando en realidad la obra me pareció buenísima.
Te agradezco de todas formas que me menciones en la Ñ; yo, claro está, no tengo llegada a un espacio como ése; aunque sé que últimamente se me nombra en diversos ámbitos –reuniones de Directorio, cenas de fin de año de Fundaciones, etc.- y no precisamente en forma elogiosa porque parece que mis opiniones molestan más de lo que podría esperarse tratándose de alguien que sólo dispone de herramientas bastante básicas de comunicación y difusión.
Bueno, ahora sí, me despido.
Te mando un saludo, con el afecto de siempre –y sin ningún tipo de ironía-.
El Pato.